Las opiniones de los expertos se dividen entre quienes prevén tan solo una desaceleración de la economía española en los próximos meses y quienes auguran una nueva crisis. El panorama se presenta con cierta incertidumbre.
En lo que sí parece mostrarse de acuerdo la mayoría es en que resulta poco probable que la desaceleración desemboque en una nueva recesión. No obstante, los economistas señalan que no se deben perder de vista los riesgos procedentes del entorno, como podría suceder si se produce una guerra comercial global.
Crecimiento sostenido aunque con cautelas
El crecimiento económico es España es fuerte y los analistas creen que se mantendrá a buen ritmo a medio plazo, a pesar de que el Gobierno haya revisado a la baja las previsiones para 2019, que sitúan la tasa de crecimiento en el 2,3% para este año y en el 2,2% para 2020. Algunas instituciones internacionales también ha rebajado sus previsiones de crecimiento económico para España en 2019. La Comisión Europea, la OCDE y el FMI lo mantienen en el 2,2%, por debajo de lo estimado por el Gobierno.
Las debilidades de la economía española que podrían dar al traste con las previsiones de crecimiento son el elevado déficit y endeudamiento. Si estos factores confluyeran con otras circunstancias externas adversas, como un frenazo de la economía mundial, la intensificación de la guerra comercial internacional o el encarecimiento del petróleo podríamos estar ante un panorama menos optimista.
La construcción y la inversión en bienes de equipo son los elementos que seguirán tirando de la economía, gracias a que las condiciones financieras y las perspectivas del mercado laboral son positivas. Otros indicadores, como la compraventa de viviendas, la recuperación del crédito a familias y empresas y la solidez del sector turístico son otros factores que hacen mirar al futuro con optimismo.
Los expertos menos optimistas son quienes aprecian un riesgo en el mayor gasto público y la subida de impuestos, que podría afectar negativamente al crecimiento del PIB de cara a 2020. Por otra parte, si no aumentan los salarios, podría producirse una retracción en el consumo de los hogares y un aumento de la morosidad.
Pendientes de nuestro entorno
En términos generales podríamos estar ante una ralentización, con un PIB sostenido que posibilitará una reducción progresiva de la tasa de paro. No obstante, el menor ritmo de crecimiento de los países del entorno y del comercio global son factores que se deben tener presentes, ya que suponen un frenazo a las exportaciones.
La depreciación de la moneda única europea está facilitando el aumento de las exportaciones fuera de la zona euro, no sin importantes trabas como el endurecimiento arancelario impuesto por Estados Unidos, que ya está teniendo consecuencias.
El impacto real del Brexit es todavía incierto pero podría tener efectos negativos en sectores como la industria pesquera, la navegación aérea, la automoción, los bienes de equipo, el mercado inmobiliario y los servicios, donde España tiene importantes intereses. Casi uno de cada cuatro extranjeros que visitan nuestro país proceden de Reino Unido.
El panorama es, por tanto, de incertidumbre en el plano económico si bien es cierto que la tasa de crecimiento es sólida. En resumen, habrá que mantenerse a la expectativa, pues la situación puede fluctuar a un lado u otro de la balanza dependiendo en gran parte de las medidas preventivas aplicadas por estados e instituciones financieras internacionales.